El hombre muerto

Paseando por allí el deslizador le paso por encima a un hombre, este no se inmuto siquiera en quejarse, se quedo mirando hacia las estrellas de una forma dolorosa, “contemplando” como cada minuto de su vida se esfumaba en el mar de su agonía.
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Sin saber que recomendarle, hablarle o susurrarle, el deslizador se propone disponer de un tiempo para acompañarlo, y a su sorpresa, se percato al instante que este hombre hablaba mucho, en especial de sueños, proyectos, anhelos y deseos… esto lo mantenía entretenido, sin embargo, no dejo de estar en su posición estática y contemplativa del mundo.
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Desecho se encuentra este hombre, pensaba el deslizador, pero el hombre seguía ahí, como si el universo fuera inanimado, sin color ni aventura…. El deslizador se acerco aun más a él, cuando lo vio descarnado, con un alma casi rota y llorando lágrimas azules… sus lágrimas iban llenando de carne su esqueleto, pues este se encontraba agujereado y carcomido por carroñeros.
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¿Qué te paso cabrón? ¿Por qué estas así?... ¿Cómo?, ¿cómo aparento ser? le pregunta este hombre al deslizador, al cual responde: “Pues, yo te veo muerto”, haces como que intentas realizar algo, pero solo lo proyectas en tu mente… el hombre se inmuta y le dice, “yo soy un soñador”, pero también traslado a la realidad, en lo que el deslizador lo escuchaba eternidades pasaban y el tiempo seguía recorriendo su camino.
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Las lagrimas azules se convirtieron en verdes, y de ahí pasaron a un azul índigo, este ya no rellenaba de carne su esqueleto, si no daba piel a su cuerpo desnudo, y tejía malabares en su cabeza… lo estaba llenando de nuevas ideas.
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Las últimas lágrimas eran de color dorado, estas consistentemente rellenaban un espacio a la izquierda de su pecho, de repente su corazón tomo vida y el deslizador no se dio cuenta, cuando el hombre muerto se había tirado al vacio transmutando automáticamente en otro hombre el cual no podía describirse, pues se integraba a la gran comunidad de hombres que recorren los eternos senderos.