Renaisment

jueves, 17 de noviembre de 2011

Espiritu RAVER o Angelical

Se denominaban con el nombre de "Guerreros Jaguar" (en náhuatl: ocēlōpilli) a ciertos miembros del ejército azteca, quienes eran Guerreros profesionales. que pertenecían a la clase baja, los mācēhualtin. Estos soldados eran algo así como las "fuerzas especiales" del estado Mexica, distinguiéndose de los guerreros águila (cuāuhpilli), que sólo podían proceder de sangre perteneciente a la nobleza. Estos dos tótems se solían usar debido a la creencia que las águilas y jaguares representaban respectivamente la luz y la oscuridad en la mitología azteca.
El Caballero Jaguar iba vestido con la piel de varios de estos feroces animales y cubría su rostro con una máscara de madera, que ofrecía las formas de una bestia con la boca abierta en un rugido. Al Caballero Águila le correspondía saltar, igual que si con cada impulso fuese a remontar el vuelo. Ambos eran muy jóvenes y portaban lanzas, rematadas con obsidiana, y gruesos escudos. El Caballero Águila se cubría con un vestido compuesto de plumas del ave que representaba y su máscara imitaba el pico de la misma.

A lo largo de unos minutos los dos valientes siguieron entregados a una especie de danza, en la que parecían estar luchando con las lanzas: simulaban que las arrojaban hasta alcanzar a sus invisibles enemigos; luego, las desclavaban y, a la vez, daban saltos como si estuvieran esquivando las armas enemigas. Esto formaba parte del ritual guerrero, en el que únicamente podían intervenir los mejores de los clanes. Por eso se les había llevado a la ciudad secreta de Malinalli, donde nunca se pudieron ver; sin embargo, los dos contaron con los patios ideales para el entrenamiento que les dejaría en condiciones de intervenir en el juego sagrado.

En un momento muy preciso, estudiado, ambos guerreros se detuvieron frente a una plataforma. Los asistentes lo aprovecharon para cruzarse apuestas con gestos y movimientos, sin hablar y manteniendo los ojos fijos en lo que iba a suceder.

El Caballero Jaguar y el Caballero Águila ya estaban subiendo los escalones que los separaban de la plataforma. Allí se encontraron frente al disco del sol, en cuyo centro surgía una estaca, a la cual se encontraba atada la pierna de un guerrero enemigo. Este nada más que vestía un modesto taparrabos, mientras sujetaba un escudo con la mano derecha y empuñaba una espada con la izquierda. Sin embargo, el arma era completamente inofensiva, al habérsele quitado la afilada obsidiana, para convertirla en un simple palo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario