Pesadumbre y desesperación se huele en el ambiente, el que se queja precisamente no dice todo lo que quiere decir.
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Porque darme protagonismo propio, porque exigir cosas cuando no estoy dispuesto a comprometer mi ser y mi acción en ningún lado.
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Con que facilidad hacemos supuestos, cuando no tenemos nada de certeza sobre las fuerzas que actúan en la vida.
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Estoy sumamente triste, desolado y con la esperanza casi perdida, mi fuente se derrumba en mi espalda, la cual siento cada vez mas curva, soy un parasito preso de sus sueños y de sus fantasías, que extrañamente por ciclos se cumplen.
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Hoy no pido para mí, pido para ya no ser una carga en esta vida, hasta que goce de racionalidad comunitaria, lucidez comprensiva y amor abundante por entregar.
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Mi dualidad cobra intensidad, mi odio hacia el mundo es casi equiparable con la compasión que le tengo y me tengo a mi mismo, ese amor tan fundado en la lastima a la miseria.
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Deseo solo lo justo, lo justo a tus ojos, lo justo a tus acomodos. Antaño admiraba la belleza en todos lados, menos en lo humano, destructivo, devorador de mundos, ahora resulta que me etiquetan como humanista, cuando solo al darle buena cara y no gastar energía con nadie me evito problemas, y se percibe como al hombre más virtuoso.
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Qué fácil es ganarse a la gente, pero qué difícil es percibir la confianza de las energías planetarias, como sea que las describamos, llamemos o conceptualicemos, esa siempre empujara para evitar tu muerte, para defenderse de lo engendrado por el espíritu humano.
viernes, 30 de abril de 2010
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