Renaisment

miércoles, 2 de mayo de 2012

Escritura automatica and trippinG

“Estas comunicaciones –escribió Madero en sus Memorias– me hicieron comprender a fondo la filosofía espiritista y, sobre todo, su parte moral, y como en lo íntimo me hablaban con gran claridad de los invisibles que se comunicaban conmigo, lograron transformarme, y de un joven libertino e inútil para la sociedad, han hecho de mí un hombre de familia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a servirla en la medida de sus fuerzas.”
Su facultad de médium había alcanzado casi la perfección –así lo señalan los Diarios– y podía ponerse en trance sin la presencia de nadie más; de ese modo continuaron las comunicaciones espiritistas con un sentido diferente: se reveló ante él una gran misión, que rebasaba por mucho a su persona, a su familia y a su pequeño círculo de San Pedro de las Colonias. Era un destino que alcanzaba a la Patria entera: su liberación. A partir de 1907, el “espíritu” de “José” –presente en casi todas las comunicaciones– anunció a Madero la gran cruzada democrática que emprendería en poco tiempo y le exigió un dominio aun mayor de sus pasiones. Madero comenzó a prepararse de otro modo. Solía retirarse a lugares solitarios, generalmente a su rancho Australia, donde meditaba y oraba profundamente. Procuraba acostarse tarde, madrugar y, contrariamente a su vieja costumbre, rechazaba la siesta vespertina. Ayunaba y comía lo necesario para mantener las energías. 
as Comunicaciones muestran con gran precisión el camino recorrido por Madero desde 1901, su dura preparación, sus constantes caídas, las dudas, los aciertos y el éxito, hasta alcanzar el destino que lo llevó al escenario nacional: publicar La sucesión presidencial en 1910 (diciembre de 1908) y su cruzada democrática (1909). Ambos acontecimientos serían parte fundamental de las Comunicaciones. Ambos hechos transformarían la historia de México.      El espiritismo de Francisco I. Madero no debe –ni debía– verse como una charlatanería o una excentricidad. Fue una creencia que marcó el rumbo de todos los actos de su vida pública y privada. Su fe en la democracia, la defensa de la libertad y su respeto por la dignidad humana abrevaban innegablemente de las aguas de su espiritismo. Madero hablaba, siempre habló, para los vivos.

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