Moviéndose escurridizamente, esporádicamente el deslizador
puede observar desde su inercia en movimiento a un hombre, que camina pasos
hacia atrás y hacia adelante, sin tener la certidumbre de que pasos lo llevan a
los siguientes o a los anteriores caminos recorridos.
·
Este, el hombre de las dudas se la lleva timoneando en
océanos repletos de incertidumbre en los cuales se sumerge para poner a prueba
las condiciones en las que lo coloca la vida, y tiene tan poca fe en momentos que se avasalla contra el
mismo, y contra quien le ofrece algo más que simples dudas.
·
Este hombre al poner en duda lo poco o mucho verdadero, que
conoce, al quererlo reafirmar en cada espacio o con cualquier otro hombre se va
desgastando al perder credibilidad en su propio juicio, que se nubla tanto con
la duda que ni la luz más nítida alcanza a distinguir.
·
Este cuando tiene momentos de lucidez, logra captar en que
errores y divagares estaba adentrándose
sin sentido, como Descartes este hombre suele pensar y luego existir, eso te
hace ciego ante la realidad cambiante de la cual se pierde este hombre por
concentrarse en dudar hasta de sí mismo.
·
La duda, suele ir acompañada de una oleada de violentas
cuestiones que otros hombres no suelen entender en el momento, y este no sabe
cómo explicarle, pues sabe que la duda es un vicio necesario en tiempos de
ocio, mas no en los tiempos de andar y danzar por la vida.
·
El deslizador entiende poco a este hombre, ya que no sabe
darle respuestas concretas a sus actos, porque el lenguaje expresado
físicamente no alcanza a definir toda la extensión de las conclusiones que
llego a sacar el hombre de las dudas en ese breve lapso de tiempo.
Este
hombre cuando por fin despeja sus dudas, sabe reinsertarse en el tiempo, para
seguir en el proceso de aprendizaje de los demás hombres, con el mismo fin que
todos, solo cambiando los senderos y los medios que se utilizaran para llegar a
la “verdad”.
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