“Estas comunicaciones –escribió Madero en sus Memorias– me hicieron
comprender a fondo la filosofía espiritista y, sobre todo, su parte
moral, y como en lo íntimo me hablaban con gran claridad de los
invisibles que se comunicaban conmigo, lograron transformarme, y de un
joven libertino e inútil para la sociedad, han hecho de mí un hombre de
familia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a
servirla en la medida de sus fuerzas.”
Su facultad de médium había alcanzado casi la perfección –así lo señalan
los Diarios– y podía ponerse en trance sin la presencia de nadie más;
de ese modo continuaron las comunicaciones espiritistas con un sentido
diferente: se reveló ante él una gran misión, que rebasaba por mucho a
su persona, a su familia y a su pequeño círculo de San Pedro de las
Colonias. Era un destino que alcanzaba a la Patria entera: su
liberación. A partir de 1907, el “espíritu” de “José” –presente en casi todas
las comunicaciones– anunció a Madero la gran cruzada democrática que
emprendería en poco tiempo y le exigió un dominio aun mayor de sus
pasiones. Madero comenzó a prepararse de otro modo. Solía retirarse a
lugares solitarios, generalmente a su rancho Australia, donde meditaba y
oraba profundamente. Procuraba acostarse tarde, madrugar y,
contrariamente a su vieja costumbre, rechazaba la siesta vespertina.
Ayunaba y comía lo necesario para mantener las energías.
as Comunicaciones muestran con gran precisión el camino recorrido por
Madero desde 1901, su dura preparación, sus constantes caídas, las
dudas, los aciertos y el éxito, hasta alcanzar el destino que lo llevó
al escenario nacional: publicar La sucesión presidencial en 1910
(diciembre de 1908) y su cruzada democrática (1909). Ambos
acontecimientos serían parte fundamental de las Comunicaciones. Ambos
hechos transformarían la historia de México.
El espiritismo de Francisco I. Madero no debe –ni debía– verse como
una charlatanería o una excentricidad. Fue una creencia que marcó el
rumbo de todos los actos de su vida pública y privada. Su fe en la
democracia, la defensa de la libertad y su respeto por la dignidad
humana abrevaban innegablemente de las aguas de su espiritismo. Madero
hablaba, siempre habló, para los vivos.
miércoles, 2 de mayo de 2012
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